En Quintanilla de Somoza existió una cantina, cuando las cantinas no tenían nombre y se conocían por el nombre o el mote de la persona que la regentaba, en este caso se trata de la cantina de la "ti Serafina", madre de mi abuela María Oliva Prieto Mendaña, apodada la roja como a su madre fruto de una tía de esta que era pelirroja y que caso en Portugal.

María O. enviudó pronto pero antes tuvo una hija Anita Oliva Fernández Prieto, ellas continuaron con la cantina hasta que se casó Anita con Aníbal A. Beneitez Fernández, que después de tener dos hijos se trasladaron a la ciudad de León para darles un mejor futuro a los retoños haya por el año 1968.

Es entonces cuando regentan el llamado "Bar Valladolid", nombre con el que se le bautizo al estar en la salida de León hacia esa ciudad, como a los bares y cafeterías que estaban en las vías principales de salida a otras ciudades ( Zamora, Astorga, …etc.).

El estadio de "La Puentecilla", posteriormente llamado "Amilivia" dada su proximidad nos hizo ser participes de momentos inolvidables, ascensos y descensos, seguidores y jugadores, directiva y utileros, aficionados locales y visitantes… mil anécdotas, historias, recuerdos siguen presentes entre las paredes de este "BAR", como la influencia del vecino Laboratorio Agropecuario y los veterinarios a los que se les trataba de Don no sólo por cortesía sino porque eran unos "caballeros" en el sentido más reverente de la palabra. ¡Otras vidas, otros tiempos…!

Pero hay etapas que finalizan, y es cuando derriban el estadio para levantar pisos, y es Adolfo (FITO) el tercero de los hijos de Anita y Aníbal que nació en León en 1970, el que se animó a no cerrar este bar singular y envejecido por el paso de los años, que no dejaba de ser su casa pues nació y vivió en el.

Así pues la fiesta de navidad de 1998 se cierra para repararlo, pintarlo, y acondicionarlo a un público más exigente, pero sin perder ese estilo único de los años 60, ni esa patina del sabor de la hostelería de pajarita y chaquetilla blanca.

Se reabre el 13 de Mayo de 1999 con el nombre de "BAR SOMOZA-60" y con el apoyo de la entonces novia María José Bayón González, que se encarga de la cocina dándole ese carácter hogareño a los platos y raciones.

Y aquí empieza la evolución imparable hacia la dignificación de la hostelería clásica y de lo tradicional y austero pero honesto, antes que lo exótico, firulí y moderno carente de fundamento y honestidad.